La diáspora colombiana
El pianista que llegó de Hamburgo
El pianista que llegó de Hamburgo
Por: Fabio Martínez
Universidad del Valle. Profesor titular
Jorge Eliécer Pardo © Triunfo Arciniégas |
En el mundo
de la literatura colombiana, existe una amplia bibliografía literaria que nos
habla de la historia de los colombianos que deciden abandonar el país y se van
a instalar en otra cultura. A esta historia se le conoce con el nombre de la diáspora
colombiana. Pero, quizás, debido a nuestro egocentrismo provinciano,
nuestra literatura le ha dedicado muy pocas páginas al proceso inverso del
exilio; o sea, al proceso de la presencia de extranjeros que decidieron un día
abandonar su patria y venirse a instalar al país.
De este rico
proceso, da cuenta la primera novela de Jorge Eliécer Pardo, titulada El
jardín de las Weismann (1977), que narra la historia de una familia alemana
que huyendo de la guerra en Europa, decide venir a vivir a Colombia. Esta novela,
que en su momento fue calificada por la crítica como una “novela de la
violencia”, introducía, así mismo, otra lectura interpretativa, que
no se vio en aquel momento: la referencia al viaje y exilio de los extranjeros
en Colombia.
Después del Jardín
de las Weismann, vale la pena citar aquí cuatro novelas que hacen parte de
esta temática, contribuyendo al enriquecimiento de nuestra literatura: La
otra raya del tigre (1977) de Pedro Gómez Valderrama, que narra el viaje de
Geo von Lengerke a tierras santandereanas, en la segunda mitad del silgo XIX; El
rumor del Astracán (1991) de Azriel Bibliowickz, que cuenta el éxodo de
los judíos al país, en el siglo XX; La caída de los puntos cardinales (2000)
de Luis Fayad, que describe el viaje de los árabes (mal llamados
“turcos”) a Colombia en esta misma centuria; y la reciente novela de
Fernando Cruz Kronfly, titulada Destierro (2012), que retoma el tema de
Fayad, a través del éxodo de una familia de origen sirio.
En su última
novela El pianista que llegó de Hamburgo (Cangrejo Editores, 2012) el
escritor colombiano Jorge Eliécer Pardo retoma este tema que ya estaba presente
en su ópera prima, enriqueciendo la literatura sobre migraciones y
desplazamientos.
El pianista
que llegó de Hamburgo narra el largo viaje que hace el músico Hendrik
Pfalzgraf desde su ciudad natal a Colombia. El joven Hendrik es una de las
víctimas del holocausto nazi, que ante la posibilidad inminente de terminar en
un campo de concentración, se embarca a América y se instala en el tradicional
barrio La Candelaria de Bogotá.
El destino de
Hendrik estará marcado por un hilo negro e invisible, que no cesa desde su
partida de Alemania hasta cuando llega a un país suramericano marcado, así
mismo, por el signo de la muerte. Hendrik es un artista romántico que desea un
mundo mejor para poder servirle a la humanidad, pero el destino, que es fatum
de la historia, lo sumerge y lo ancla en un mundo donde la violencia y la
muerte están a la orden del día.
Desde su
llegada a Bogotá, Hendrik se propone crear una escuela de música y enseñarle el
arte de las musas a los niños y jóvenes de la ciudad, pero enseguida, se
encuentra con un país xenofóbico y provinciano donde sus dirigentes e
intelectuales (verbigracia, el inefable Canciller Luis López de Mesa de la
época que aparece en la novela), mantienen una posición intolerante hacia los
inmigrantes judíos, que llegaron por Barranquilla, huyendo de la guerra
europea, en los años cuarenta. Como Geo von Lengerke, el personaje de la novela
de Gómez Valderrama, Hendrik quiere huir de una guerra, y se encuentra con
otra: la interminable guerra colombiana.
Pero la
novela de Pardo no sólo se detiene en describir el periplo tanático del joven
músico Hendrik, sino que a través de éste, nos va mostrando la historia de una ciudad
y de un país, en el siglo pasado. Aquí, historia y ficción literaria se unen
como una pareja indisoluble, para poner al desnudo las heridas profundas de una
nación, que siempre se ha resistido a la modernidad. Cuando hablo de
modernidad, no me estoy refiriendo aquí a la modernidad material sustentada en
los autos, los electrodomésticos o los Black Berry que consumimos a
diario, sino a la modernidad de las ideas, que siempre ha sido avara en nuestro
país.
En la novela
del escritor tolimense, a Hendrik le toca sufrir el ominoso episodio que
sufrieron los cientos de judíos, que estuvieron presos y bajo sospecha, en el
Hotel Sabaneta de Fusagasugá; sobrevive en el barrio La Candelaria a la
turbamulta enardecida, que ante el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, decide
vengar la muerte de su líder; pasa una pequeña temporada en infierno, en
los LLanos Orientales donde se iniciaron las guerrillas colombianas; es testigo
del ascenso del grupo M-19 en la década del setenta; del auge del narcotráfico
y del paramilitarismo; cerrando su ciclo tanático, en la famosa calle del
Cartucho de Bogotá, a donde van los deshechables de la sociedad.
El pianista que llegó de Hamburgo representa
el fatum trágico de los hombres, que queriendo robarle el sol a los
dioses -como Prometeo-, sucumben ante la historia, que no perdona ni a los
músicos.
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